Hace unos meses, mi psicoterapeuta me recomendó un libro que estoy leyendo con detenimiento. La parte en la que se habla de los rasgos físicos de los diferentes eneatipos todavía me cuesta un poco, sin embargo la primera parte del libro, la más general e introductoria, me ha dado profundas pistas acerca de mi comprensión de la Vida.
El libro se titula Ternura y Agresividad. Carácter: Gestalt, Bioenergética y Eneagrama. Su autor presenta al ser humano como energía encarnada, energía que es parte de la Energía Universal y que aparece en el mundo como fenómeno perceptible mediante esta forma. Dentro del cuerpo humano, la energía queda sometida a las leyes de la naturaleza, respondiendo en cada individuo a un cierto carácter. Este movimiento que efectúa la energía al encarnarse en el cuerpo es llamado oscurecimiento óntico, el cual conllevaría una pérdida de identidad según el autor.
La idea concuerda con el mito de la caída de Adam y Eva del Paraíso que, despojados de una pureza e inocencia primigenia son arrojados por Dios al mundo como castigo a la infracción de la única ley que poseían: no comer el fruto del árbol de la Vida, del árbol del conocimiento. Si establecemos un enlace entre la teoría del autor del libro y el mito, podemos encontrarnos con que la entrada al cuerpo de la que se habla se parece a la caída original, en ambas además se intuye la necesidad de recuperar algo que se ha perdido, de un lado se habla de identidad, del otro quizás de esencia. Si continuamos la lectura y la presentación del autor, entendemos que identidad y esencia se van a fundir en una.
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